Borgen: poder y gloria
«Borgen» es el término coloquial que usan los daneses para referirse al palacio de Christiansborg, sede de los tres poderes del estado y de la oficina del Primer Ministro o, como en el caso de la serie, la Primera Ministra.
La que se ha estrenado este año es la cuarta temporada. Hay otras tres que conforman una etapa anterior, que se emitió entre 2010 y 2013, y que cuenta los entresijos de la política danesa, los juegos de poder, las maniobras de partidos para ganar votantes y hacer prevalecer sus intereses y los problemas de conciencia que implican la toma de algunas decisiones. La protagonista es Birgitte Nyborg, interpretada por Side Babett Knudsen, que comienza su andadura en la oposición y acaba siendo Primera Ministra.
La cuarta temporada llega nueve años después. Birgitte Nyborg es ahora Ministra de Asuntos Exteriores, y de la política idealista de los comienzos queda muy poco. Los años y la experiencia la han ido curtiendo en los manejos políticos y su voluntad de servicio se ha ido pervirtiendo hacia la necesidad de conservar su estatus en Borgen, porque ha sacrificado todo lo demás para mantenerse en un puesto relevante dentro del aparato de gobierno. Los giros de guion, la traición a las bases de su partido y la tergiversación de la información son ahora parte del arsenal que atesora.
El detonante que hará estallar el conflicto esta temporada es el descubrimiento de un yacimiento de petróleo en el territorio de Groenlandia. La posición del gobierno danés es contraria a la explotación de este por causas medioambientales. Los groenlandeses, sin embargo, ven en el petróleo el medio de independizarse de Dinamarca, ya que, en el acuerdo que mantienen ambos países, Groenlandia conserva la gestión de sus recursos naturales. Y además, cuando hay intereses económicos, es sabido que Rusia, China y Estados Unidos siempre están ahí para defender su hegemonía.
La Primera Ministra, Signe Kragh, interpretada por Johanne Louise Schmidt, pertenece al partido que gobierna en coalición con de Nyborg, y mantiene con ella un pulso por la postura oficial que debe mantener el gobierno frente al país.
El cuarto poder también tiene mucho que decir de la mano de la recién estrenada jefa de informativos de TV1, Katrina Fønsmark, interpretada por Birgitte Hjort Sørensen. Su misión es la de contrastar cualquier noticia y proporcionar la verdad que los políticos quieren esconder al pueblo, aunque esto implique desenmascarar los incumplimientos de las reglas y comportamientos poco éticos de quién antes fueron amigas o aliadas.
Las estrategias de poder ejercidas en nombre de la conservación de una democracia, que a su vez queda muy cuestiona precisamente por estas, suelen ser empleadas por hombres. Estamos acostumbrados a ficciones con presidentes, altos cargos masculinos y, esporádicamente, alguna mujer que se cuela, casi siempre para poner un punto de vista más “femenino”, menos ambicioso.
La aportación más que interesante de Borgen es ver a mujeres manipuladoras, que sacrifican a sus familias por su trabajo, un trabajo que conlleva poder, que cambian su posición según sus intereses, que traicionan sus orígenes y su ideología por mantenerse en la brecha.
Y es que la astucia y la ambición no son patrimonio exclusivo de los hombres.
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