Jorge Sánchez López: «Lo que vemos en las noticias es solo la punta del iceberg»
Fin del juego, la nueva novela de Jorge Sánchez López, recupera al personaje de Almanzor, un policía que, en esta entrega, está ya en sus últimos años de profesión y debe enfrentarse al asesinato de un amigo. Un relato trepidante que te lleva por la senda de los negocios turbios y del que su autor nos habla largo y tendido.
Sara Niño para InMagazine
P: ¿Cuándo se abrió camino en tu cabeza la idea de esta novela?
Jorge Sánchez López: En El túnel de Oliva hablé sobre el cambio de siglo y reflexioné sobre la transición que supuso. A un reseñista le encantó el personaje y me preguntó si haría una nueva entrega. Como resultado, en Fin del juego vemos a Pepe Almanzor de nuevo, ya envejecido, intentando desentrañar qué le pasó a un amigo al que cada vez veía menos, pero que era importante para él.
A su vez, quería hablar sobre un camarero, un personaje humilde, que se bebía casi más de lo que servía, ahogado por deudas de juego, las facturas y el distanciamiento de sus seres queridos; que había conocido mejores días desde un punto de vista familiar, laboral y social, pero que murió en el intento de rehacer su vida. Además de la juventud, Juan había perdido esos anclajes que nos hacen no perder la cabeza, salvo por Ana, su nueva pareja, y algunas ilusiones que lo mantenían con esperanza.
Quería escribir sobre la ambición, el fracaso, las segundas oportunidades, el azar y el destino. Me interesaba hablar del descenso a los infiernos, ese tropos tan bien explotado por Shakespeare o David Goodis, de una forma en que pudiera hablar sobre la sociedad actual, los cambios en los modelos de familia, las relaciones y el trabajo. La muerte en este contexto es un elemento simbólico, un síntoma más de todo ese entramado al que llamamos realidad.
Jorge Sánchez López: dinero sucio y crimen organizado
P: Has tenido que llevar a cabo labor de investigación «policial», nunca mejor dicho, para documentarte y escribir Fin de juego. ¿Qué has aprendido o qué cosas son las que más te han sorprendido?
Jorge Sánchez López (J. S. L.): Ahora cuento con el asesoramiento de mandos de la Policía Nacional, expertos en prevención e investigación del blanqueo de capitales que manejan información sensible y algún abogado para escribir mis novelas. Lo que he aprendido es que aquello que vemos en las noticias es solo la punta del iceberg de lo que ocurre realmente.
Descubrí cómo funciona el flujo del dinero sucio: cómo se mueve, cómo se oculta, cómo se legaliza. Lo que más me sorprendió fue la frialdad con la que se gestiona todo, como si fuera una empresa más. El crimen organizado no es solo violencia: es cálculo, estructura y poder.
Además, uno de los aspectos que más me impactó fue la crudeza con la que pueden aparecer los homicidios en ciertas investigaciones: inesperados, difíciles de explicar y, muchas veces, desconectados de lo que uno imagina al pensar en violencia.
P: Fin de juego. ¿Cómo es ese «juego» de los personajes de la novela?
J. S. L.: El «juego» es una partida de poder y supervivencia donde cada personaje mueve sus piezas con estrategia y desconfianza. Es un tablero en el que nada es lo que parece, y cada decisión puede ser el último movimiento.
P: ¿Cuándo deja de ser un juego para convertirse en una realidad?
J. S. L.: Deja de ser un juego cuando las consecuencias dejan de ser posibles y empiezan a afectar vidas reales. Es entonces cuando hay un punto de no retorno, en el que el bien y el mal se difuminan y luchamos por aferrarnos a lo que más queremos antes de que sea demasiado tarde. Deja de ser un juego cuando tenemos que elegir entre hablar y callar, entre mirar para otro lado y actuar y entre la seguridad y lanzarnos a la piscina.
Un escritor tranquilo, tenaz y con determinación
P: ¿Qué rasgos de Jorge podemos ver reflejados en Almanzor, el protagonista?
J. S. L.: Almanzor empezó basándose en un profesor de Criminología que había colaborado con la Guardia Civil y se servía de la ironía para quitarle hierro a los temas escabrosos. Pero, después, tiene de mí el carácter tranquilo, su tenacidad, la determinación para acabar lo que empieza y la capacidad de análisis de lo que ve a su alrededor.
P: ¿Qué experiencia tuya como psicólogo vemos reflejada en Fin de juego?
J. S. L.: En Fin de juego se refleja mi interés por entender las motivaciones profundas y los conflictos internos de los personajes. Como psicólogo, aporto una mirada sobre cómo el miedo, la culpa y la ambición moldean las decisiones. Y cómo el estrés y la presión afectan la conducta humana en situaciones extremas.
También exploro siempre la culpa, la moralidad, la identidad, la búsqueda de nuestro lugar en el mundo, la adaptación y la lucha por la supervivencia. Además, soy filólogo y trabajo como profesor de idiomas. Es muy común empezar por el presente, es lo único que el alumno puede usar. El pasado aún no se ha aprendido y el futuro es solo una promesa.

En mi novela negra, los personajes también están atrapados en el presente. La víctima ya no tiene futuro; los demás sí, pero no saben si podrán alcanzarlo. No se trata solo de lo que ocurrió, sino de cómo han llegado hasta ahí. Solo entendiendo ese recorrido podrán reapropiarse del presente y conquistar el futuro.
Fin del juego en cine o televisión
P: Es una novela negra, pero con un retrato social y análisis psicológico de los personajes. ¿Cómo logras fusionar ambas cosas? Y si tuvieras que inclinar la novela hacia una de ellas, ¿cuál sería?
J. S. L.: Creo que son dos caras de la misma moneda y resultan indisolubles. Una novela negra tiene que tener ritmo, hacer sentir y reflexionar a la vez, ahí está el reto. Pero, al combinar capítulos breves con otros que iluminan el misterio con secretos, confesiones y recuerdos, puedo ir reconstruyendo quiénes son realmente los personajes, cómo piensan y sienten, deshaciéndome de lo superfluo y centrándome en aquello que de verdad importa.
La novela no puede perder fuelle en ningún momento. Los personajes revelan quiénes son cuando se ven en situaciones extremas, cuando tienen que tomar decisiones y se les desmorona todo lo que les había funcionado hasta entonces. En esta novela hay pocos personajes, pero son hombres, mujeres, gente de distintos ámbitos y con actitudes hacia la vida muy diversas. Eso es lo que ayuda a hacer un retrato social y a mostrar personajes con los que el lector puede conectar.
P: ¿Una nueva entrega?
J. S. L.: Difícil, porque Almanzor ya apareció en Hielo seco, una investigación sobre una turista irlandesa en Oropesa del Mar, en El túnel de Oliva, sobre el Madrid de los noventa, y ahora en Fin del juego, a diez años de jubilarse. No es imposible que lo encontremos en un futuro lejano, pero mi próxima novela tendrá otros personajes, nuevos ambientes y nuevos temas, aunque dentro de mi línea. No puedo añadir mucho más.
P: ¿Hay posibilidad de llevar al cine o la televisión esta novela?
J. S. L.: Creo que sería una buena novela para llevar al cine, igual que El prestamista de Saint Paul, que publiqué este mismo año con Libros Indie. Son novelas muy visuales, con entornos muy atractivos y donde no escatimo en persecuciones, intriga, momentos de amor y desesperanza.
Esperemos que algún productor se anime a darles una oportunidad, aunque es más difícil conseguir eso que, por ejemplo, una traducción. El túnel de Oliva, por ejemplo, ya se está traduciendo al árabe. Pero solo el tiempo lo dirá.
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