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“¿Quién es Anna?” Las malas de la película

¿Quién es Anna? Foto: Netflix

“¿Quién es Anna?” Las malas de la película

¿Quién es Anna? es una miniserie de Netflix creada y producida por Shonda Rhimes, la mujer que está detrás de éxitos tan sonados como Anatomía de Grey o Scandal.

@dbora_castillo

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La historia está basada en el artículo de la revista New York How Anna Delvey Tricked New York’s Party People, de Jessica Pressler. Es decir que, partiendo de un hecho real, se construye una ficción.

Hay muchas clasificaciones para las tramas de ficción y una de ellas es la que las divide en intelectuales y emocionales. Las intelectuales son las que priman la historia; los personajes se construyen a medida de esta. Un buen ejemplo serían algunas tramas policíacas, en las que hay un misterio bien estructurado y un buen manejo de la intriga y los personajes están a su servicio –asesin@s, detectives, policías–. Las emocionales se basan en un trabajo exhaustivo de creación de personajes para conseguir que el público se interese por su evolución, por cómo sortea las dificultades y cuáles son los recursos que le harán salir o no victorios@. En este caso, la trama no carece de importancia, pero bastan un conflicto potente y un buen desencadenante.

¿Quién es Anna? es, claramente, una trama emocional. Uno de los objetivos de las historias de ficción, y mucho más de las tramas emocionales, es lograr que el público empatice con los personajes que, en esta serie, son mayoritariamente femeninos. Dicho esto, y para los que todavía no las conozcáis, os las presento:

  • Anna, interpretada por Julia Garner. Es una mujer joven de origen alemán y perteneciente a una familia muy rica. Todo esto lo dice ella y nadie ha podido comprobarlo. Anna se las ingenia para estafar millones de dólares a hoteles, bancos y miembros de la alta sociedad neoyorquina, con la quimera de fundar una sociedad artística en la que ella ejercería de mecenas. ¿Es una estafa o realmente cree lo que vende? Ese es el interrogante que plantea la serie y el personaje. Anna es astuta, inteligente, narcisista, egoísta, borde, soberbia y una amiga tan nefasta que ralla la sociopatía.
  • Vivian, interpretada por Anna Chlumsky. Es la periodista que escribe el artículo en el que se trata de explicar quién es realmente Anna Delvey. Vivian es perspicaz y huele ahí una historia que puede llevarla a la fama y resarcirla por un escrito anterior con el que metió la pata y se ganó la fama de mala periodista. En aquella ocasión, todo hay que decirlo, sus jefes la echaron a los leones. Está embarazada cuando empieza a trabajar en el artículo, pero Vivian es muy tenaz y no lo abandona incluso cuando su ginecóloga le aconseja reposo porque el bebé viene prematuro y podría haber complicaciones fatales. Tampoco elige a su criatura de apenas unas semanas, cuando se va de viaje para intentar localizar a la familia de Anna. Antepone sus intereses a los de su hija; para ella es más importante su carrera, reivindicarse y resarcirse, que pasar tiempo con el bebé recién nacido.

Después hay un catálogo de secundarias a la altura de las protagonistas.

  • Kacy (Laverne Cox), una entrenadora personal de VIPS que deja a sus amigas tiradas a la primera señal de problemas.
  • Rachel (Katie Lowes), una mujer que reclama ser víctima de Anna Delvey cuando, por otro lado, ha estado aprovechándose de su estatus y el dinero que obtenía.
  • Jeff (Alexis Floyd), la pava que se deja engañar por falsos sentimientos de lealtad y que le baila el agua a Anna, aun cuando esta ha puesto su trabajo en peligro en más de una ocasión.

¿Es esto una valoración negativa? Para nada. Alguien puede pensar que es difícil empatizar con alguna de ellas, yo sí lo he hecho, en concreto con la periodista.

Por mi parte, estoy encantada de que haya protagonistas que se alejen del estereotipo de mujer conciliadora, amable, generosa, abnegada… Quiero más audaces, inteligentes, sibilinas, malas madres, egoístas… Y quiero defender el hecho de que haya mujeres que se escogen a sí mismas por encima de los demás y que saben lo que quieren. Esta circunstancia no siempre ha de convertirlas en las malas de la película.

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