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Mare of Easttown (HBO)

Mare of Easttown. Foto: HBO

Mare of Easttown (HBO)

Mucho se ha dicho ya de por qué esta serie gusta a casi todo el mundo. La trama está bien armada, atrapa, tiene giros, la historia conmueve, pero uno de los grandes aciertos, si no el mayor, es Mare, la protagonista interpretada por Kate Winslet.

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Mare es detective en un pueblo de Pensilvania, vive con su madre, su hija y su nieto y arrastra una depresión desde hace años por causa del suicidio de su hijo –el padre de su nieto– y por la posterior separación de su marido. Durante la serie, investiga el asesinato de una chica de 17 años, madre soltera, y la desaparición de otras dos.

Kate recrea a Mare desde la sinceridad física más absoluta ya que se negó a que se retocaran digitalmente su barriga o sus muslos para afinar su figura.

Los medios han hecho muy buenas críticas de la serie, en general, y de la interpretación de la actriz, en particular; han alabado su “valentía” por reivindicarse tal y como es, sin ningún artificio –se ha dicho que sale gorda por usar una talla 42 o 44 y fea por no llevar maquillaje–, en un mundo como el de los actores y actrices, que es probablemente el que más pendiente del físico de sus integrantes vive, siempre con permiso del de la moda.

Algo parecido contaba Carmen Maura que le pasó cuando las películas de Almodóvar llegaron a Hollywood. Una de las primeras que el público estadounidense vio fue Mujeres al borde de un ataque de nervios, en la que Carmen interpretaba a Pepa, una mujer de cuarenta y tantos a quien su amante acaba de abandonar. Aparecía estupenda con su flequillazo liso, sus minifaldas y sus tacones altos. Como la película tuvo mucho éxito, los cines de allí programaron películas anteriores del director, entre ellas ¿Qué he hecho yo para merecer esto? En esta, Carmen era Gloria, un ama de casa y señora de la limpieza que vive en un suburbio de Madrid con su marido, un machista de manual, sus dos hijos, uno chapero y el otro delincuente, y su suegra, manipuladora y dominante. Carmen aparecía sin un atisbo de maquillaje ni peluquería ni ropa elegante. Con cara de cansada, ojeras hasta el ombligo, bata y zapatillas.

En una entrevista con una cadena de televisión, la presentadora le alabó a Carmen su capacidad para transformarse en Gloria y ella, muerta de risa, le respondió, sin tapujos, que Gloria era ella sin maquillar, con ropa barata y sin ir a la peluquería, o sea, la Carmen de verdad. Que el esfuerzo de caracterización estaba en el personaje de Pepa, que necesitaba horas de “chapa y pintura”.

Pero volviendo a Mare, que es de quien hablamos, esa empatía que despierta no creo que se deba únicamente a lo humano de su físico sino también a lo humano de su carácter, de su comportamiento, de su forma de ser. Mare es buena amiga, se preocupa por los demás, intenta que su trabajo como policía redunde en el beneficio de la comunidad y, también, tiene una depresión, prefiere a su hijo muerto que a su hija y no duda en saltarse la ley en perjuicio de otra persona para mantener la custodia de su nieto…

Mare no es buena. Mare no es mala. Mare tiene aristas puntiagudas y curvas suaves. Ese es el acierto, el quid del éxito de esta serie fantástica.

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